sábado, junio 03, 2006

Inventores sin Patente

Peruanos que usaban la cabeza

Que las aves descienden de los lagartos como los hombres del simio es cosa que pocos saben. Pero que Luis Serrano fabrique correas, zapatos y casacas con piel de pollo, con la misma textura escamosa de los más finos cueros de reptil, es algo que pone la piel de gallina a quienes sólo conciben al plumífero servido con papas fritas. El inventor leyó su fortuna en una pata abierta de pollo cuando vislumbró una industria novedosa que volaba con sus propias alas. Pero en el Perú también se inventó la mala suerte y Luis Serrano recibió una teatral promesa de ayuda económica de la misma boca del ex presidente Alan García Pérez –otro gran inventor– para que pudiera abrir la primera gran curtiembre de cuero de pollo, promesa que ya se hizo aguadito. Pero el hombre no se desanima. Sigue pelando patas, recogiendo de la basura lo que otros desechan y, buen tercermundista, preparando aromáticos caldos de huesecillos de pollo. Porque en el Perú nada está para botar.
Inventar es, en esta tierra, asunto doloroso, no sólo por el uno por ciento de ciencia y el noventainueve por ciento de impaciencia, sino porque el producto de cientos de inventores nacionales se va inevitablemente a los basurales de la indiferencia y a los archivos bienaventurados de la oficina de Patentes, con sus respetables formas de asegurar unas ideas que la falta de dinero nunca harán realidad.
Por donde se mire, el Perú es inventiva memorable y genialidad al paso, quipu ancestral pero también robo de reloj por modalidad de mariposeo, asombroso malabarismo del yo no fui con registro nacional. Para refractarlo Javier Gazzo tiene listo un prototipo de billetera con alarma que chilla apenas percibe dedos ajenos. Si una fábrica de carteras acepta confeccionarlas en serie (tal vez con cuero de patas de pollo), serán el boom entre los caminantes del centro histórico.
Pucallpino de visita en Lima, Javier ríe y sufre ante la mesa del comedor diciéndole a su tía que el gerente de una firma taiwanesa le ha escrito para proponerle la industrialización de su funcional multillave y alicate múltiple que reduce a dos piezas la batería de herramientas que debe portar todo mecánico de respeto. Javier se ríe porque los orientales creen que se dirigen a un industrial prestigioso con las matrices de su invento listas para producirlas en serie cuando sólo es un pata de 24 años que estudia en una universidad del estado, y que nunca tendrá doscientos mil dólares en el bolsillo para ordenar la fabricación de tales matrices. Y sufre porque sabe que su invento podría hacerlo millonario.
Por eso no ha contestado la carta. Teme el robo de su idea. Después de tocar puertas, después de visitar oficinas alfombradas donde elegantes ejecutivos sólo lo reciben para decirle que no tienen presupuesto, él se resigna a los inventos de payasada como su lanzaglobos de tubo, para mojar chicas en carnaval, que una firma de plásticos se niega a industrializar, porque no tiene presupuesto.
Aquí se inventó el pelador de naranjas a manivela, como las vírgenes que lloran y a la música chicha. Perú es la tierra de Pedro Ruiz Gallo, inventor de un torpedo que, supositorio marino, cumplió bien su función atacando por la retaguradia la armada de un país invasor. Aquí también nació Pedro Paulet Mostajo precursor de la era espacial, que hoy la Nasa repite sus fundamentos de propulsión a chorro que la ceguera nacional dejó olvidada en una caja de notas de científico loco. Murió sin vender sus ideas a una firma norteamericana, porque albergaba la ilusión de ver una primera hazaña tecnológica peruana que nunca despegó del suelo.

***

Cuando en la primaria le dijeron que desde su casa hasta la escuelita de Huaral había tres mil metros, él no le hubiera dado mayor importancia al asunto. Aún varios años más tarde, en 1991, cuando en una ciudad japonesa le dieron un premio por haber ideado un contador de pasos que también mide distancias, usando una calculadora destartalada y su poderosa curiosidad, porque Pedro Toyama tenía que recorrer todos los días a pie ese trayecto, y porque gracias a su invención descubrió que los tres mil metros de la escuela a su casa eran en realidad 982 metros de polvoriento camino, el mismo que alguna vez recorrieron sus abuelos cuando llegaron de Japón en búsqueda de un porvenir.
Toyama ha calculado que una persona con buen ritmo cardiaco en toda su vida llega a dar ciento nueve millones con quinientos mil pasos, incluyendo metidas de pata; el equivalente a cubrir el Perú de Tumbes a Tacna treinta veces. Ahora que su papi ya le perdonó, entre otros estropicios, haber destripado el tocadiscos, también ha creado una alarma antisísmica que desconecta de manera automática el fluido eléctrico del hogar en caso de que la sacudida se convierta en terremoto. Tiene diecinueve años.
Estas tierras se jactan de muchas creaciones útiles, pero también de ingeniosas estafas documentadas por los matutinos, como la hamburguesa suculenta de papel periódico remojado en especias que algún vivazo vendió a buen número de caminantes de la plaza San Martín hace pocos años, el mismo que terminó en la cárcel gracias a un comensal con sexto sentido que abrió el sándwich y leyó en un trocito de carne una nota policial con mostaza que lo llevó a la comisaría más próxima para denunciar al embaucador del cuento de la celulosa y otros alimentos del futuro que el juez no se tragó.
Y a pesar de que registrar una patente por quince años cuesta cuatrocientos dólares, los inventores nacionales siguen en pie. Y Hans Sutter, limeño creador del código de barras, el mismísimo que una corporación extranjera patentó inmediatamente después que su registro caducará en Estados Unidos, dice que el verdadero inventor no piensa en el dinero, sino en inventar. Por eso su televisor de tercera dimensión con anteojos, su máquina de hilar pelusas de conejo y otras locuras geniales, tal vez no nazcan jamás.
Pero Edgar Pacheco y Hugo Cárdenas Jerí quieren que las cosas salgan caminando del laboratorio. Su bloquetera, que fabrica adobes más resistentes que ladrillos mediante un mecanismo compresor sencillo pero poderoso, es la primera piedra para una futura industria de la construcción, pero con económico barro, que volvería a ser el material noble de la arquitectura costeña e ingrediente de ilusorios rascacielos de lodo.
Molesto con la desventaja del inventor peruano ante el foráneo, se pasea orgulloso con su vaporizador de gasolina que hace de cualquier carcocha un rendidor auto japonés. Porque la obsesión del creador peruano es abaratar. Y luego de haber inventado el cigarrillo con encendido propio y la bicicleta automática, César Armesta tiene lista la primera refrigeradora de ladrillos y mayólicas, aparato baratísimo que no requiere energía eléctrica. El invento guarda un secreto técnico sencillo que consiste en la irrigación por una red de cañerías de un líquido que consigue el punto de congelación.
El presidente de la Asociación de Inventores del Perú, Falconeri Guzmán, se muestra entusiasta con su gremio. Supera los ciento veinte socios. Pero podrían ser más. La jefa de patentes Clotilde Cavero ha atendido a decenas de hombrecillos nerviosos que acuden a su oficina, tartamudean alguna información incomprensible mientras sudan aflojándose el cuello de la camisa y luego se marchan para no regresar jamás.
En el Perú los inventos disparatados como la ducha portátil a pedales, el oloroso champú de tripas de pescado o la tubería que obstruye el ingreso de las ratas al hogar, conviven con el nanofilme de Daniel Huamán, cuyas fotografías son cien veces más pequeñas que los microfilmes modernos y dos mil veces más baratas; o con las barras bloqueadoras para facilitrar el despegue de cazas rusos con máximo ahorro energético, obras de Genaro López, copiadas en su momento por la aviación soviética, que nunca lo recompensó. En una vereda del mercado central de Lima, Pablo Ochoa trata de vender su máquina para rellenar papas con cubos de zanahoria con el uso maestro de su verbo; en el Instituto de Energía Nuclear, Daniel Huamán transforma mediante procesos moleculares perlas color perla en preciosas perlas negras. Las ofreció en las mejores joyerías. Luego de admirarlas, todas le respondieron: Es una pena, señor, pero no tenemos presupuesto.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey what a great site keep up the work its excellent.
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Anónimo dijo...

Hi! Just want to say what a nice site. Bye, see you soon.
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Anónimo dijo...

saludos:
Como inventor e investigador perteneciente a la Asociación de Inventores del Perú (Institución que deberíamos llamar Bnemérita), permitame una pequeña aclaracion: el torpedo que Ruiz gallo pretendia usar para romper el bloqueo naval nunca fue usado,pues este explotó matandalo junto a su ayudante. Quien sí tuvo èxito en la empresa fue Manuel Cuadros que fue capaz de hundir los buques chilenos Loa y Covadonga (sería interesante reflotarlos y convertirlos en trofeos de guerra y museos) a tal punto que las autoridades chilenas de ocupación pusieron precio a su cabeza y tuvo que huir al Brasil.

Anónimo dijo...

Estimados amigos el origen de las mas grandes riquezas de los países desarrollados se encuentra en su dominio de inventos y patentes.
los paises pobres tiene cada uno 10 patentes y los paises desarrollados cientos de miles y algunos millones vean nuestra pagina web www.inventoresperuanos.com y sabran la tonta verdad que destruye el dominio de las industrias que deberian generar riqueza para nuestros paises

Vero dijo...

Hola!! En Ideas de Inventores hay muy buenas ideas de muchos usuarios de todo el mundo y he visto que hay ideas con mucho futuro. SAludos

javiersunday dijo...

Estimado amigo: Acabo de leer su excelente artículo.
Le escribe un peruano que ha vivido, prácticamente, por cerca de treinta años fuera del Perú. Y ahora regreso, en diciembre por unas semanas. Traigo una patente de invención (escalera-tubo convertible en dos escaleras)y otros proyectos de inventos no patentados aún.¿Con qué institución seria podría entrevistarme en Perú para presentarles mis proyectos?
Le agradezco cualquier sugerencia
Saludos
javiersunday

javiersunday dijo...

Sólo una aclaración o un añadido más... Acabo de darme cuenta que este buen artículo fue escrito en el 2006 y yo le estoy escribiendo ahora, en el 2009, (1/Nov./09)De todas maneras si lo llega a leer, me reitero en mi solicitud, ya que estaré en Diciembre en Perú.
Saludos
javiersunday

Luis Miranda dijo...

Javiersunday, escríbame a tarareo@hotmail.com
Podría ayudarlo contactarse con la gente que busca.
Luis