domingo, agosto 10, 2014

Xanadú.
Xanadú.
Guardaparques. Lomas de Lachay.

miércoles, diciembre 17, 2008

POR FIN, MI LIBRITO


Amigos, gracias a Ediciones del Erizo seré padre de mi primer libro. Se trata de

EL PINTOR DE LAVOES y otras crónicas
mis trabajos periodísticos desde 1991 hasta el presente 2008. Estará a la venta desde el lunes 22 en librerías varias y también a través de pedidos (delivery solo en Lima y algunas capitales de provincia) en el email

elpintordelavoes@hotmail.com

Les garantizo más de 150 páginas de buena lectura, sabrosas historias y personajes que solo este país pudo parir.
Gracias a Rafo León que dejó sus mil ocupaciones para hacer el loco prólogo.
Gracias a Ybrahim Luna, el lunático cajamarquino que hizo la carátula.
Gracias a David Roca por interesarse en este proyecto guardado por diez años.
Gracias a los lectores que se han mostrado interesados en el lanzamiento.

Este libro está dedicado a los estudiantes de periodismo y a los amantes de la crónica hecha en el Perú.

jueves, noviembre 29, 2007

Amigos con VIH en Iquitos

Silvia es fundadora de la ONG Lazos de Vida. Trabaja en la Municipalidad y tiene el poder de la ubicuidad. Se la puede ver engriendo niños con VIH en el albergue infantil de su ONG, probando la correcta sazón de las ollas en el comedor para personas misias con VIH que también dirige y repartiendo folletos informativos y condones en las continuas campañas de información para evitar la propagación del VIH en la Amazonía. Es una tía adorable que ha convertido a Loreto en una de las zonas con menos discriminación.


Robinson tiene anemia y neumonía, perdió 10 kilos en tres días y está en un cuarto del hospital de Iquitos. Esta recaída es normal, me dice. Ha quedado en mostrarme sus trabajos en mimbre en mi próximo viaje a Iquitos.

Víctor Manuel tiene una mototaxi y una esposa que lo ama con locura. Quiso ser marino pero le diagnosticaron VIH y lo dieron de baja por "insuficiencia mental".


Cuando su esposa supo que había sido contagiada por él, Víctor Manuel ya no era ningún patancito con aires de conquistador, sino un enfermo flaco y anémico que se iba en diarreas interminables. Entonces ella decidió que no lo iba a perder.


Lupe se siente orgullosa de su relación. No deja que ninguna enfermedad oportunista se acerque a ninguno de ellos. Ambos toman antiretrovirales y piensan vivir juntos hasta que se mueran de viejos.


Zaida es abuela y portadora del VIH. Al principio no la dejaban tocar a sus nietos, entonces se dedicó a educar a su familia. Gracias a esa campaña en casa, hoy ha vuelto a tener una vida normal.

Esta profesora quiso quitarse la vida con un raticida. Se recupera de una depresión y acaba de enterarse de que tiene como compañero de pabellón a un seropositivo.

Consulta mensual en la oficina del Procetts. El paciente recibe el TARGA, el tratamiento antiretroviral que el estado peruano ofrece de manera gratuita a los infectados con VIH.

En la cola para el TARGA.

martes, octubre 31, 2006

Tenis en Lima Norte. Ermitaño Open

Cada año se realiza en el barrio del Ermitaño, en las alturas de Independencia, al norte de Lima, un torneo de tenis que ha roto con los esquemas de clase social. Vea aquí el reportaje que hicimos para Cuarto Poder de América Televisión.

REPORTAJE: Ermitaño Open. Alan, Luigi, Cenisario, Cusi, Beltrán y sus partners

sábado, julio 22, 2006

SOL DE LOS INCAS

La esperada salida del Sol en Tres Cruces

El sol emergió de la bruma como una moneda de oro de un tazón de leche. Habíamos soportado el frío polar de Tres Cruces desde las 4:30 de la madrugada para gozar de este instante: la salida de sol más impresionante del mundo. Y es que desde este empinado punto de los andes se puede mirar sin barreras la llanura amazónica cubierta por un colchón de vapor, de tal manera que la aparición del astro rey suele estar acompañada de alucinantes efectos visuales provocados por la humedad en lontananza.

Algunos dicen que el sol sale bailando, otros que aparece triplicado, otros que emerge como un hongo atómico y también que el cielo se tiñe de los siete colores de la bandera cusqueña. Pero, así como algunos quedan maravillados por el espectáculo, otros avistadores de amaneceres suelen llevarse enormes fiascos cuando la neblina cierra la cortina del horizonte. Felizmente la suerte nos sonrió: las estrellas relucían limpias desde la madrugada y pudimos ver la redonda combustión solar en medio de un remolino de lava junto a cerca de mil personas cuyos vehículos habían convertido la dorada pampa de ichu en una playa de estacionamiento en medio de la nada.

Ahí estaban, aplaudiendo el prodigio, imitando el cocoroco del gallo, accionando sus cámaras fotográficas, envueltos en frazadas, viajeros llegados de medio mundo. Una multitud convocada en un inquietante culto panteísta. Pero no todos se declaraban satisfechos. Algunos juraban que habían asistido a amaneceres más deslumbrantes en Tres Cruces. Que este apenas había rozado lo mágico. Que había sido una mañana más en sus vidas. Que en verano las condiciones climáticas favorecen la nitidez de la aurora.

Nosotros -que nos frotábamos las congeladas manos con afán- estábamos satisfechos. Tres Cruces, a cinco horas del Cusco, y a solo dos de Paucartambo (a donde habíamos ido para ver la fiesta más colorida del Perú), es uno de esos lugares que uno mantiene en su lista secreta de rincones remotos por visitar y a los que se accede por azar más que por voluntad.

El sol apareció para nosotros limpio y sin pompa, como una alegoría de que lo simple también es celestial.

Aquí uno puede adivinar la emoción de los primeros cultos andinos. Y aquí queda demostrado que el Perú, sin océano oriental y gracias a un estratégico punto ubicado en una cornisa suspendida sobre la selva, también es la tierra del sol naciente.





jueves, julio 06, 2006

RITOS DEL VIEJO PERÚ

Un culto moche enterrado hace 1700 años revivió gracias a la televisión. Retratos hechos durante la grabación de un reportaje en la TV peruana sobre el hallazgo de una tumba real en el complejo arqueológico El Brujo. Ver aquí mismo el artículo Resurrección Moche. Actores: Pikala, Alan (oficiantes del culto), Ever (guardián) y Carla (la sacerdotisa y gobernante Señora de Cao). Vestuario: Fundación Wiese. Locación: Mamacona. Asistente: Raúl Arrese.








Verónica Linares, conductora de noticiero matutino de América TV.


viernes, junio 30, 2006

SALSA EN SU SALSÓDROMO

Graffiero "Salsa", chalaco y criado en Puerto Nuevo, timbea los aerosoles y crea fruta prohibida.

CALLAO PEOPLE

Retratos callejeros en el primer puerto peruano




Estas fotos fueron tomadas durante la grabación de un reportaje para Cuarto Poder, de América TV, sobre las nuevas expresiones callejeras relacionadas al hip-hop y el reggaeton. De arriba a abajo, El Kasike ante el mural dedicado a un compañero de barrio caído en un lío de pandillas. El Kasike es un extraordinario compositor de líricas urbanas, fiel a su identidad barrial chalaca y esquinera, y ajeno a las divisas del negocio musical. Lo acompaña al fondo Purita Perla, joven rapero admirador de Lavoe y con una visita a Centro América en su haber, donde cantó para las maras (pandillas salvatruchas) gracias a una invitación inesperada de un lejano admirador de sus expresiones artísticas crudas pero cargadas de esperanza. Ambos son solo parte de la batería de Callao Cartel.

La segunda foto retrata a Míster Camaleón entre precoces seguidores en Chacarita. Camaleón es conocido como el Daddy Yankee peruano y también se hace llamar El rey del mambo. Continúa en la galería Kid Chaflán, segunda voz de New Port Reggaeton, grupo con sede en Puerto Nuevo, dícese el primer asentamiento humano del Callao y temido por el calibre de sus gangsters. Entrar a Puerto Nuevo es una peligrosa aventura que muy pocos están dispuestos a asumir, pese a que dentro de la ciudadela levantada con trozos de madera habite mayoritariamente gente dedicada al trabajo honesto. La foto siguiente es otro personaje de este barrio construido junto al puerto marítimo.

La señorita vestida con harapos es bailarina de 3MC Boom, dúo reggaetonero formado por Istar (junto a ella) y Kale, quienes aparecen juntos en otra foto más abajo apoyados en los muros de la fortaleza Real Felipe. Istar y Kale fueron teloneros de Daddy Yankee en el único concierto que dio en Lima. La siguiente toma revela a un joven padre de Chacarita y a su hijo copiando el look paterno. Siguen tres integrantes del ya mencionado Callao Cartel, aquí con el grafitero Salsa al medio, autor de una monumental obra retratista desperdigada por las callejas del puerto. Terminan la exposición Los Diamantes, combo de Ventanilla -la zona más periférica del Callao- ante extraordinaria muestra de arte callejero. Una foto yapa al final: padre de familia con maquillados críos.








miércoles, junio 14, 2006

COMO SER UN CAMPEON Y no morir en el intento



Garra colorada. Lecciones del profesor Jorge Huamán, verdadero ajiseco del polvo de ladrillo y de innumerables superficies. Sus arduas clases contagian la sed y ponen fitness.
Búsquelo en la Federación de Tenis del Campo de Marte y en varios otros clubes particulares de Lima. Celular 99592313.




viernes, junio 09, 2006

RESURRECCIÓN MOCHE


Arqueólogo Régulo Franco y murales encontrados en la Huaca de Cao Viejo.

Cerca del melancólico poblado de Magdalena de Cao, camino a la playa, se yerguen tres jorobas de tierra. Parecen simples colinas pero en realidad son colosales cápsulas del tiempo. La más pequeña, Huaca Prieta, cobija cinco mil años de historia. Empezó a levantarse cuando la agricultura era todavía un experimento porfiado de un grupo de pescadores en harapos. Los buscadores de tesoros saquearon las otras dos, pero no consiguieron destruir sus cámaras secretras que hoy salen a la luz.

Hace diez años llegó aquí el arqueólogo Régulo Franco traído por su mecenas, el millonario y filántropo Guillermo Wiese de Osma. Dueño entonces del banco que lleva su apellido, el viejo quería que su dinero produjera un hallazgo tan grande como la tumba real del Señor de Sipán, que por la fecha era la estrella de la revista National Geographic.

Régulo Franco había estado investiganco polvo muerto en el Templo Viejo de Pachacamac, en Lima. El millonario lo sacó de ahí a toda velocidad. "No pierdas más el tiempo. Tenemos que hacer otro descubrimiento así", le dijo mostrándole la revista recién impresa. No se detuvieron hasta Cao, donde los brujos seguían celebrando viejos ritos en las ruinas que se habían propuesto explorar.

Las excavaciones dieron frutos. En la huaca Cao Viejo se encontraron los primeros murales mochica en relieve de la arqueología moderna. Una legión de formas míticas salió de las profundidades para apoderarse de la vida de los hombres modernos. El degollador arácnido mostró las cabezas recién cortadas. Los prisioneros desnudos con los penes desangrándose empezaron a desfilar penosamente en las grandes plazas. Los oficiantes de los ritos sangrientos volvieron a cogerse de la mano.


Detrás de una pila de adobes se encontró un asombroso calendario compuesto por una miríada de seres míticos, entre ellos reyes que caminan en cuatro patas. Guillermo Wiese murió en 1999 y no pudo disfrutar del más grande hallazgo del valle hasta la fecha.

Casi en la cumbre de la pirámide de Cao Viejo Franco desenterró este año la tumba intacta de la única mujer gobernante conocida hasta ahora en la historia del Perú. Como correspondía al entierro de tremenda dama, con ella habían sido sepultadas sus exquisitas joyas rituales. Pude apreciarlas en los rústicos laboratorios del complejo arqueológico. Más que la regia corona en forma de útero, me gustó una nariguera con alacranes que debió de verse espectacular sobre los labios de la temible reina. En sus brazos momificados caminan arañas y serpientes. La reciente carátula de National Geographic destaca esos tatuajes, algo que hubiera arrancado gritos de dicha al ricachón Wiese.

Una cerámica que reproduce a una curandera imponiendo las manos revela que la reina también era hechicera. La momificación perfecta del cuerpo es otra exclusividad de la tumba descubierta en un patio adornado con deslumbrantes murales a color donde cimbrean los lifes. Los lifes son peces resbaladizos de agua dulce que mis abuelos norteños me enseñaron a disfrutar, pero que ya pocos conocen a pesar de su extraordinario sabor. Me sentí cómplice gastronómico de la soberana. Quizá murió al dar a luz. Tenía veinticinco años. La contemplé diminuta y frágil en una caja que la protege del aire moderno. Un arqueólogo nacido en la zona me dijo sin bromear que se había encariñado con la momia y la consideraba su bisabuela.

Junto a las primeras noticias de su hallazgo, la momia apareció desnuda en televisión, es decir no en poses de glamorosa modelo, sino libre del opulento fardo que la había arropado en su largo sueño. Ciertos grupos indigenistas de América se indignaron por esa falta al pudor. Ahora sus custodios cubren la difunta vagina y los senos tiesos ante la cercanía de cualquier aparato fotográfico. Estuvo 1700 años enterrada mientras los saqueadores huaqueaban a su alrededor, pero ninguno supo encontrarla.

Pocos saben que, desde que llegó aquí, Régulo Franco estuvo cuidando las pirámides con su vida. Antes de los hallazgos que hicieron famosa a estas viejas catedrales moche, el arqueólogo cusqueño tenía que vivir acompañado por guardaespaldas. Durante siglos las huacas de la costa fueron yacimientos mineros. Los huaqueros y los dueños blancos de las extintas haciendas extrajeron enormes riquezas -joyas de oro, textiles, cerámicas de lujo- sin rendirle cuentas ni siquiera a su conciencia. La costumbre empezó con los conquistadores españoles, que saquearon las soberbias tumbas del imperio Chimú en Chan Chan, donde los soberanos se habían hecho enterrar hasta con 300 súbditos y con cantidades de tesoros equivalentes a su poderío.

Régulo no hizo caso de las amenazas de muerte ni de los sabotajes viles que los huaqueros y los traficantes de riquezas prehispánicas infligieron a su trabajo. Su labor científica dejaba sin sangre al lucrativo tráfico de reliquias que había convertido el venerable suelo moche en una coladera. Régulo entendía que su misión era salvar la historia. Y que era una misión predestinada.



A mí entender el pasado nos está enviando mensajes, quizá órdenes. El hallazgo en 1987 del señor de Sipán desató una profunda revolución cultural en el norte peruano. El cadáver de un rey muerto dio más lecciones que cien ministros de educación. Los lambayecanos ahora miran hacia su pasado con tanto orgullo como los cusqueños. La Señora de Cao se acaba de levantar de su cápsula del tiempo para continuar su gobierno completamente muerta. Los moche creían en la vida después de la muerte. Pero quizá no era el tipo de vida que habíamos imaginado.

domingo, junio 04, 2006

El Museo de los Sentidos

Un recorrido por un centro cultural de Nueva York donde no existe la censura


El Empire State Building, el rascacielos más alto de la ciudad, exhibe su persistente erección de cincuenta años y pico en plena Quinta Avenida, justo debajo del ombligo de Manhattan. Nueva York siempre tuvo fama de ciudad excitada. Apenas seis cuadras abajo, en la Calle 27, en la misma Quinta Avenida, es posible distinguir un modesto edificio que desde hace poco figura en las guías oficiales de turismo, al lado de otros museos famosos de la Gran Manzana. Se trata del Museum of Sex, un rincón que atrae a viajeros de todo el mundo.
El Museo del sexo no recibe tantos visitantes como el Museo de Arte Moderno, MoMA, donde uno puede pasar el día entero entre Picassos, Van Gohgs y petrificados admiradores del arte, ni tiene tantos fans como el Museo Americano de Historia Natural, donde los dinosaurios parecen otear un descuido para engullirse a los visitantes. El Museo del sexo es, al contrario, un arsenal discreto y oscuro, que otorga a la pornografía un lugar entre las artes y oficios que enaltecen -o, al menos, mantienen ocupada- a la humanidad.

Un falo de dos metros de altura, hecho con rosas artificiales, regalo del semanario neoyorquino The Village Voice, se yergue como rosado vigilante junto a la boca de un oscuro pasadizo que conduce a la primera sala. En el piso se proyectan escenas en picado de gente caminando en la calle, gente ajena a la aventura cultural que el visitante está por comenzar.
Un par de muestras temporales cubre casi el 60 por ciento del edificio de dos plantas. La que recibe al público en el primero es Hombres sin trajes (Men without suits), exhibición multimedia que pone en pose al cuerpo masculino desde los albores de la civilizacion occidental (estatua de Kouros sin circuncidar) hasta el destape del señor músculo en el siglo XX, cuando fornidos muchachones peinados con litros de gomina eran convencidos de fotografiarse tolacas en nombre de la aestesia, es decir de la diosa salud. De ahí a la revolución gay no hay más que tres metros de fotos (marineros y capitanes, naipes mostrando soldados de todas las razas con las armas en descanso) y una vieja cómoda de soltero maduro, con colonias Old Spice, un televisor con betamax exhibiendo sesiones de lucha grecorromana al desnudo y cajones ahítos de revistas para hombres solos.

La segunda muestra, Stags, Smokers & Blue Movies, instalada en las penumbras de una habitación del segundo piso, es una muestra de los primeros filmes porno. Ocho películas de inicios del siglo XX ventilan sus tramas sin descanso. Por ejemplo, Buried Treasure, 1929, uno de los primeros dibujos animados porno y que trata de un libidinoso personaje, contemporáneo del primer Micky Mouse, que debe gobernar a su temperamental miembro viril, capaz de separarse de la entrepierna del enfurecido amo para correr con patitas testiculares en busca de sus propios vacilones. Es la historia de un esclavo de su pene.
No menos interesate es The Casting Couch, 1924, porno dura y muda que satiriza desde esa época las prestaciones que ciertas actrices novatas debían rendir a los mandamases de Hollywood, en pos no de la patadita debutante sino del decidido empujón rumbo al estrellato. Aquí tambien puede verse una rareza del cine mudo, la frenética cinta homoerótica Tres Camaradas, 1928, en la que un grupo de marineros se trae abajo un humilde camarote gracias a sus vigorosas maniobras en proa y popa.
El público aquí circula cabizbajo (las películas se proyectan sobre sendas mesas blancas) y se detiene a contemplar las evoluciones en blanco y negro, granulosas, pero vivas, de actores que hace tiempo descansan bajo tierra y que dejaron como testimonio histórico su indesmayable entrega al séptimo arte. Son cintas underground que fueron estrenadas al abrigo de la clandestinidad, en clubes de hombres, en fraternidades exclusivas y que solían terciarse con la visita de prostitutas, si es que una redada policial no ponía fin a la función.

Este museo es bilingüe. El anfitrión es Rodrigo García, mexicano que tolera cámaras fotográficas, pero no filmadoras, para evitar el pirateo de sus reliquias cinematográficas. “Los visitantes vienen con curiosidad. Creen que se trata de una sex shop como las que abundaban en Times Square o las que hay en Amsterdam. Pero encuentran un lugar que ofrece un recorrido por la historia sexual de América”, señala con gravedad.
La sala que más demora a los curiosos es la que alberga a la exposición permanente. Quizá no llamen tanto la atención los vibradores a manivela del año 1900 ni los calzones de cuero y fierro para desmoralizar adolescentes onanistas, ni una ingeniosa orgía en historieta protagonizada por los muñecos de Walt Disney, sino una delirante colección de pretenciosos inventos sexuales. Aquí yace suspendido entre cables de nylon el primer traje cibersexual de la historia. Armado en 1993 por Stahl Stanslie y Kirk Woolford, el Cyber SM, que más parece una máquina de terror, buscaba proporcionar al consumidor solitario una enervante gama de estimulaciones multisensoriales extremas, desde cosquilleos y masajes, hasta correntadas de dolor vivo. El usuario atrapado entre estos alambres retorcidos, casco, fajas, correas y pinzas para tetillas debió sentirse como un castigado personaje de Matrix, si es que no terminó electrocutado y con una tremenda cuenta por electricidad. Lo cierto es que ningún visitante ha pretendido ponerse el traje hasta ahora.

Al centro de la sala, capturando una prolongada atención, destaca un sillón de dentista. O más bien de ginecólogo. Se llama The Trill Hammer y es el consolador más aparatoso del mundo. Todos esos accesorios de acero pulido que sirven para izar piernas o sostener brazos no buscan sino acomodar a una dama sobre un pene de látex de generosas proporciones. El giro constante del falo sintético, como la cabeza amenazante de una cobra, se convierte en el eje de este silencioso salón a veces violentado por nerviosas risitas y alaridos provenientes de un monitor interactivo que ofrece al visitante videos en los que mujeres reales abusan del Trill Hammer a toda su potencia. Los creadores de este electrodoméstico para damas apuradas son Dan Siechert y su feliz esposa Jan, ambos -más parecidos a pastores evangélicos- lanzando risas desde un retrato colgado en la pared.
También hay aparatos que no requieren baterías, las llamadas fucking-machines, como la mecedora erótica Monkey Rocker, inventada por Allen Stein, y que es una especie de bacinilla con agresiva sorpresa emergente. Y la 2-2 Tango, una lanza fálica a manivela que requiere de un cómplice con cierta puntería.

En esta galería se prohíbe tocar, pero una obra sí admite caricias. Es un torso femenino de generosos senos, fabricado con el mismo material sintético de las real dolls (las muñecas que brindan una sensación táctil muy parecida a la piel humana. Una de ellas observa al público, boaquiabierta, dentro de una vitrina). Aunque unos caracteres claman tocar con delicadeza, los pechos lucen la insanía de algunos visitantes: les arrancaron los pezones. La vigilancia en el museo ahora es constante. Hace poco un turista fue sorprendido garabateando un cuadro valioso. “Es como si este museo pusiera al descubierto muchas emociones raras”, señala uno de los guardianes.
Al fondo de la galería, detrás de las exhibiciones de revistas, artefactos ópticos de efecto 3D, y pinturas originales del ilustrador Keith Haring, se ubica un discreto rincón para la soledad del cinéfilo. A diferencia de la exposición de cine mudo antes mencionada, aquí se muestran las joyas de la edad de oro del cine porno a color. Como se trata de un museo y no de un cine tres equis común y corriente, las películas son antecedidas por textos que explican su ubicación en el tiempo, las motivaciones de los directores y el impacto que sus piezas de entretenimiento generaron en su época. Gran cantidad de turistas llegados de Japón y Corea se acomodan en los cubos que sirven de butacas y, con curiosidad antropológica, abren los ojos para asombrarse con las atléticas maniobras del amor occidental.
Mientras los orientales quieren verlo todo con la nariz pegada a los cristales, los occidentales se muestran pudorosos y anteponen distantes risas y comentarios sarcásticos ante las fotos, estereoscopías y películas que se airean con alegre desenfado. Sólo un anciano muestra con total sinceridad su alegre asombro, sobre todo ante el olograma en tamaño real de un erguido culo de negra.

El principal contribuyente de este espacio que ruboriza a muchos visitantes criados en la fe cristiana es el ex curador de la Librería del Congreso Ralph Whittington, quien en los años setentas, a falta de quien lo hiciera seriamente, se puso a coleccionar y catalogar todo el material porno que caía en sus incansables manos. También reunió más de 400 películas, 700 videos, 1500 revistas, muñecas inflables y negrísimos zapatos de mujer, uno de sus más caros fetiches. El mismo Whittington (y otros especialistas) diserta para quien quiera oírlo desde un monitor dispuesto en una especie de confesionario.
Pero el fundador del Museo del Sexo es el diseñador de páginas web Daniel Gluck, que el 2002 inauguró este lugar dotándolo de un arsenal de curiosidades que suele renovarse. La primera muestra se llamó Cómo Nueva York cambió el sexo en Estados Unidos. Es obvio que aquí falta por lo menos una referencia a los huacos eróticos de la cultura Moche, si pretendemos hablar de sexualidad humana, pero el museo tiene apenas tres años y el fundador confía en la generosidad de sus benefactores y simpatizantes. Si usted quiere colaborar con la Fundación, escriba a collections@museumofsex.com

El merchandising del MOS es colorido y apunta al bolsillo alegre. La tienda de souvenirs exhibe probados tratados sexuales, manuales con consejos íntimos para sorprender a la esposa apática, llaveros hilarantes, cremas facilitadoras, tazas para el desayuno en la cama, condones dulces, polos del museo, redondos senos de látex para combatir el estrés, consoladores de distintas blanduras y durezas y hasta dotados con orejas de conejito y rellenos con bolas de acero. Y sobre todo hay aquí decenas de revistas con los trabajos fotograficos más asombrosos. Los visitantes salen del museo con la sensación de haber hecho el amor con Nueva York.
Afuera, el Empire State Building surge más rígido que nunca.


Original publicado el 2005 en La Primera.